En las últimas semanas ha estado presente en los medios nacionales la iniciativa ciudadana que logró que se retirara del Congreso un Proyecto de Ley presentado por un grupo de diputados, en el que se restringía la circulación de las bicicletas a las ciclovías y, en caso de que estas no existieran, a las veredas. Además de lograr que ese proyecto no prosperara, se logró la conformación de una mesa de trabajo entre las municipalidades y la ciudadanía, para abordar con mayor amplitud el tema del uso de la bicicleta como medio de transporte en nuestro país.
Es en ese contexto que quisiera aportar a la discusión con una mirada desde la salud mental en general, y desde la psicología en particular.
¿Qué es la Salud Mental?
La Organización Mundial de la Salud describe la Salud Mental como un “estado de bienestar en el cual el individuo se da cuenta de sus propias aptitudes, puede afrontar las presiones normales de la vida, puede trabajar productiva y fructíferamente y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”.
Eso significa que la salud mental es la base para el bienestar y funcionamiento efectivo de un individuo y una comunidad.
Siguiendo esa misma lógica, podemos ver que la definición se aleja de las concepciones biologicistas tradicionales y se acerca mas bien a una mirada en la quela Salud Mentalestá determinada por muchos factores de interacción social, psicológica y biológica. Por lo tanto, los problemas mentales, sociales y de conducta interactúan en forma tal que intensifican sus efectos sobre la conducta y el bienestar de las personas y las comunidades.
Del mismo modo, la salud mental de cada persona puede verse afectada por factores y experiencias individuales, por la interacción social, por las estructuras y recursos de la sociedad, y por los valores culturales, y a su vez, la salud mental de cada persona afecta a la vida de cada uno de estos dominios y por lo tanto, a la salud de una comunidad o población. (Lehtinen et al., 1997).
En consecuencia, la promoción de la salud mental se realiza mediante actividades principalmente sociopolíticas e intersectoriales, y los actores claves en la promoción de la salud mental son los políticos, los educadores, las organizaciones no gubernamentales y la comunidad organizada.
La Salud Mental en Chile.
En el año 2002, un estudio mostró que un 36% de la población chilena mayor de 15 años, había tenido un desorden psiquiátrico a lo largo de su vida, mientras que un 22,6% había tenido un desorden en los últimos 6 meses. Los riesgos mayores serían, para mujeres, trastornos depresivos, ansiosos y estrés postraumático y, en hombres, dependencia de alcohol y drogas, trastornos depresivos y ansiosos. (Vicente et al., 2002). Asimismo, la Encuesta Nacional de Salud 2009-2010 indica dentro de los problemas de salud con mayor prevalencia, independiente de la edad, la presencia de sintomatología depresiva (17,2%). Además, señala que una proporción importante de la población está expuesta a determinantes psicológicos adversos que la ponen en mayor riesgo de adquirir o evolucionar no satisfactoriamente frente al tratamiento de enfermedades crónicas (sensación de desconfianza y hostilidad, 5%; percepción de estrés permanente, 8.8%; sensación de tener poco control sobre su propia vida, 12,2%; haber estado expuesto a eventos vitales estresantes durante el último año, 62%; bajos niveles de apoyo social emocional y material, 37,1%; etc.). (Ministerio de Salud, 2002).
Teniendo presente la tendencia creciente de la prevalencia de trastornos mentales en la población chilena, en el año 2000 el gobierno de la época diseñó el Plan Nacional de Salud Mental, poniendo especial énfasis en la promoción de estilos de vidas saludables como modo de prevención de los problemas y enfermedades de Salud Mental. En los datos anteriores podemos observar los números a casi una década de implementado dicho plan nacional.
La conclusión es que Chile tiene una de las más altas frecuencias de trastornos mentales. De acuerdo al Ministerio de Salud: “De cada 10 chilenos que alguien conoce 4 presentarán un trastorno de salud mental durante su vida. Tres lo han presentado en los últimos seis meses”.
¿Qué relación tiene esto con el uso de la bicicleta?
En los últimos años ha crecido el interés por estudiar la relación entre la actividad física y la salud mental. En particular, ha sido de gran interés para los investigadores de todo el mundo el poder establecer los beneficios que se producen con la actividad física en los trastornos del ánimo, como la depresión y la ansiedad, que son precisamente los que aparecen dentro de las principales prevalencias en salud pública en Chile.
Es así como diversos estudios han demostrado que existe una relación positiva entre la actividad física y el alivio de los síntomas de depresión y ansiedad (Ross y Hayes, 1988; Stephens, 1988). También se ha demostrado que un programa de entrenamiento físico es igual de efectivo que los medicamentos antidepresivos para mejorar la depresión mayor (Blumenthal et al., 1999). Además, existe evidencia clara que indica que las personas cuyo tratamiento ha sido la actividad física presentan una tasa de recaída significativamente menor que las personas que han sido tratadas únicamente con fármacos antidepresivos (Blumenthal et al., 2000).
Además, existe un gran cúmulo de investigaciones que demuestran que las mejoras en el rendimiento del sistema cardiovascular (producidas al realizar actividad física) están asociadas a mejoras en el funcionamiento cognitivo de las personas, incluyendo la función motora, la memoria, la atención y la velocidad de funcionamiento general de este sistema y sirve como prevención del deterioro cognitivo (CITA: (Kramer, Hahn et al., 1999; Colcombe y Kramer, 2003; Angevaren y Aufdemkampe et al., 2008). Esto es relevante si tenemos presente que en Chile el 10,4% de la población presenta deterioro cognitivo significativo a partir de los 60 años.
¿Y qué tiene de especial la bicicleta? Aunque aún se necesitan más investigaciones concluyentes, se puede sugerir de forma clara que andar en bicicleta puede ser más beneficioso (en términos de mejorar el ánimo) que otras formas de actividad física. Una posible razón para decir esto es que andar en bicicleta, a diferencia de caminar, incorpora tanto actividad aeróbica y anaeróbica de forma natural: al mover los músculos de las piernas con el pedaleo se producen efectos aeróbicos, mientras que el afirmarse y tirar o sostener el peso en el manubrio induce efectos anaeróbicos. Si bien los efectos aeróbicos han sido asociados en la literatura científica a los efectos antidepresivos de la actividad física, investigaciones recientes sugieren que los efectos anaeróbicos también inciden de forma positiva sobre el estado de ánimo. Por lo tanto, es la combinación de los efectos en una única actividad la que resalta los beneficios de andar en bicicleta por sobre otras formas de actividad física.
Además, los beneficios de andar en bicicleta están relacionados también con que esta actividad se realiza en estando expuesto a la luz natural. El efecto negativo de las luces artificiales ha sido estudiado, especialmente en relación a los trastornos del ánimo estacionales, y se ha demostrado que el ejercicio es más efectivo cuando se realiza al aire libre.
Conclusión
La prevalencia de trastornos mentales (depresión y ansiedad) en Chile es realmente preocupante. Esta tendencia pareciera no mejorar, y cada año se invierten millones de pesos en el sistema de Salud Pública para programas que aborden estas patologías (la depresión es patología AUGE) y en los fármacos asociados a dichos programas de tratamiento. Sin embargo, poco se ha hecho por incluir e investigar formas alternativas, de bajo costo y alto impacto para abordar dicha problemática. Como se ha mostrado en este escrito, la actividad física, y en particular la bicicleta, tiene un tremendo potencial para ser utilizado como una intervención efectiva en la salud mental población chilena. Además, sus alcances no solo se extienden en ese ámbito, sino también a la salud general, puesto que las prevalencias allí también son altamente preocupantes: por nombrar algunas, el 39,3% de la población tiene sobrepeso; el 88,6% realiza menos de 30 minutos 3 veces a la semana de actividad física en su tiempo libre; el 15,5% presenta un riesgo alto de enfermedad cardiovascular.
Además, es de suma importancia señalar que andar en bicicleta no es sólo un deporte o actividad física, sino también un medio de transporte y, por ende, se incorpora en la base de las actividades diarias sin requerir un tiempo extra o libre. Esto contribuye a llevar un modo de vida más saludable y alegre a través de una actividad cotidiana, favoreciendo además en las personas un modo de relación más saludable y funcional con su entorno. Esto, a su vez, genera un impacto que se extiende no solo a nivel de salud pública, sino también a niveles más amplios como son las políticas de medios de transporte, urbanismo, etc.
¿Más claro? Echarle agua.
Palabras finales
Basta con una “dosis” de bicicleta de aproximadamente media hora con intensidad moderada cuatro veces a la semana para disfrutar de los beneficios en la salud física y mental. De hecho, según el Departamento de Salud de Australia, ni siquiera es necesario que se esa media hora sea de corrido, sino que puede ser en tandas de diez minutos.
Así que no lo pienses más y muévete en bici hoy. Será un buen día.